Sobre este blog

Archivo y retuiteo casos de violencia gubernamental, violencia política y organizada, sobre todo de México. Lo que ocurre actualmente en México, que algunos consideramos que es terrorismo de Estado —aunque pocos analistas se han pronunciado al respecto— comenzó en el 2006 con la presidencia de Felipe Calderón y la llamada “guerra contra las drogas”. Aunque después parece que se ha intentado dejar de llamarle “guerra”, es una situación muy parecida a una guerra. Los mexicanos hemos ido comprendiendo lentamente lo que sucede. Aún no se entiende bien qué es lo que sucede. Este blog comenzó en noviembre de 2014, después del secuestro y desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero. Desde antes había sentido la necesidad de llevar registro de lo que sucedía, pero el registro se concretó después de la desaparición de los estudiantes.

Archivo y retuiteo los casos de violencia por muchas razones. Lo hago ahora porque en el tiempo que vivimos la violencia viene del Estado. Lo hago para llevar la cuenta. No basta con llevar la cuenta únicamente de «los grandes casos», primero porque ¿qué es exactamente un gran caso? Y segundo porque no es suficiente con llevar la cuenta de los índices de homicidios, 20 mil al año, y secuestros, 13 al día, cada tanto. En la lectura de los registros de cada caso pueden verse estrategias y vínculos con otras violencias de Estado (aunque tales vínculos no están analizados en este blog). Lo hago aunque sé que jamás podré cubrir todos los casos, ni siquiera la mayoría. Intento ceñirme a la violencia ejercida directamente por el Estado, sin embargo el Estado es el causante incluso de por lo menos un incremento de la violencia doméstica. Así sucede, por ejemplo, cuando por omisión (del Estado) los ciudadanos se ven obligados a involucrarse en lo que a primera vista pareciera ser sólo violencia entre particulares. Lo hago para poder visualizar las dimensiones de esta violencia, con el fin no sólo de ubicar en dónde estamos para poder hacer algo para resolverlo, sino también con la finalidad de difundir la situación que vivimos entre quienes aún no la conocen. Con la esperanza, por supuesto, de que la sociedad reaccione a favor de la democracia. Llevo la cuenta también porque es tanto lo que ocurre que tan sólo queda en la memoria como un recuerdo difuso, confundido entre cientos de casos; esto tiene dos consecuencias: primero, al recordar difusamente lo que ha ocurrido aumenta la angustia que de por sí se tiene respecto a esto que ocurre, finalmente tenerlo archivado da una sensación de control; segundo, el archivo da la posibilidad de remitirse a casos previos para encontrar vínculos que nos ayuden a pensar.

Nunca fui proclive a leer periódicos de nota roja. Leo los periódicos, La Jornada, Proceso, aunque en algún punto de la presidencia de Calderón dejé de leerlos asiduamente. Escuchaba a Carmen Aristegui en las mañanas desde hace mucho tiempo, ahora vivo en el extranjero y dejé de escucharla y después aparte la corrieron. Sin duda me parece que lo que sucede a nivel político es más importante para los derechos humanos que leer la nota roja. Sin embargo algo sucede cuando la estrategia política parece ser la nota roja; algo que torna absurdo seguir ignorando los homicidios y los secuestros. Mi intención no es ayudar a aumentar el miedo difundiendo estas noticias. Pasa al revés, pasa que si se ignora o se minimiza lo que ocurre, aumenta el temor.

Las noticias que parecen estúpidas, falsas, equivocadas, engañosas o que tienen titulares o redacciones salvajes, también son violencia política. Mi intención no es corregir esos titulares, hacerlos más amables o más adecuados, ni limpiar la agenda noticiosa de toda su basura seleccionando lo que es falso de lo que es verdadero —porque además cómo podría saberlo si lo único que hago es repetir lo que las agencias periodísticas dicen—, sino mostrarlos. Como parte de las evidencias de lo que está sucediendo. Incluso para que yo pueda darme cuenta después de cosas que en este momento no estoy viendo. A veces, no obstante, los titulares son tan salvajes que sí los corrijo un poco.

Tampoco sé bien cómo organizar las notas; las etiquetas y la selección de noticias van modificándose por ensayo y error. Hay algunas etiquetas que están mal puestas. Por ejemplo hay una que se llama "asesinatos", otra que se llama "ejecuciones" y otra que se llama "fusilamientos". Por la confusión que había entre autodefensas, policías comunitarias y fuerzas rurales decidí etiquetar todo como "civiles armados" pero luego resultó que algunas autodefensas no estaban armadas. Hay una etiqueta que se llama "mujeres" y no hay una etiqueta que se llame "hombres". Además faltan algunos de los casos más importantes de México porque aún no he podido ordenar los links que he guardado al respecto de esos casos. También es mi objetivo ir subiendo notas que corresponden a este blog pero que sucedieron antes de noviembre de 2014. Éste no solamente no es mi trabajo, yo no soy periodista y me dedico a otras cosas, sino que además, por supuesto, no recibo salario por hacer esto, de modo que tengo que administrar bien mi tiempo para poder cada tanto actualizar el blog entre todo lo demás que tengo que hacer. Súmele que tengo que manejar psicológicamente lo que ocurre y eso también retrasa la actualización del blog.

El contenido está marcado para adultos porque no me gustaría que un niño se topara casualmente con este nivel de violencia.

Por lo demás, tengan buen día.
BsAs, 10 de julio de 2015.